Los candidatos demócratas a la presidencia de Estados Unidos, Hillary Clinton y Bernie Sanders, se han desmarcado este miércoles de las deportaciones de inmigrantes ejecutadas por la Administración de Barack Obama. En el octavo debate televisivo que han mantenido, los dos aspirantes coincidieron en que EE UU tiene que poner límites a esta política, criticada en sectores demócratas, y en la necesidad de afrontar una reforma migratoria en un país que tiene más de 11 millones de indocumentados. No obstante, ambos se echaron en cara las posiciones defendieron en el pasado sobre un asunto tan espinoso.
Clinton y Sanders debatieron en Miami ante las cámaras de la CNN y Univision, la televisión hispana, seis días antes de que se celebren las primarias de Florida, un Estado con una importante comunidad de hispanos (más del 20% de la población) y en el que la inmigración es un asunto muy sensible. El periodista Jorge Ramos, conocido por su activismo en favor de los inmigrantes y muy crítico con la política que Obama ha realizado en esta materia, preguntó a los aspirantes por las deportaciones.
Los dos candidatos se esforzaron en marcar distancias con el presidente. Clinton se comprometió a no deportar a niños ni a miembros de sus familias y aseguró que esta política solo se ejecutará para los indocumentados que “sean un peligro” para Estados Unidos. Más claro fue aún Sanders. “Obama está equivocado con las deportaciones”, afirmó el senador de Vermont, que añadió que es “inmoral” separar a las familias.
Los dos candidatos fueron preguntados también si consideraban que Donald Trump, que lidera el bando republicano con su retórica contra la inmigración, es racista. Clinton presumió de que ella dijo “basta” a los discursos del magnate contra los inmigrantes mexicanos, a los que acusó de ladrones y violadores, pero evitó responder si lo consideraba racista. Sanders tampoco se pronunció inicialmente de forma taxativa a una pregunta tan directa, aunque posteriormente sí afirmó que Trump apela “al racismo y la xenofobia” y que su idea de expulsar a los 11 millones de indocumentados que residen en EE U es “absurda”.
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A diferencia de los debates republicanos, en los que los ataques entre los aspirantes son cada vez más feroces, los debates demócratas discurren por otros cauces. Y en un momento en el que se seguía hablando de inmigración, y pese a que ambos candidatos querían marcar diferencias, Sanders afirmó: “En este punto ambos estamos de acuerdo”.
Los dos aspirantes, que debatieron en el Miami Dade College, la institución académica de enseñanza superior más grande de EE UU, fueron interrogados por la reanudación de las relaciones diplomáticas con Cuba que ha impulsado Obama. Ambos apoyaron sin fisuras esta vía, que ha sido censurada por los republicanos. Sanders, como ya propuso Clinton meses atrás, se mostró partidario de levantar el embargo a la isla. Los dos también coincidieron en la necesidad de que el régimen cubano evolucione hacia una democracia y el respeto a los derechos humanos.
Posteriormente, Sanders hizo una enmienda a la totalidad a la política exterior de Estados Unidos en América Latina. Criticó, por ejemplo, el intento de invasión de Cuba o el derrocamiento de los Gobiernos de Nicaragua, Guatemala o Chile. Es más, el senador de Vermont, que se declara socialista, señaló que es un “error” no reconocer que el régimen comunista de Cuba ha tenido avances en protección médica o en educación.
Por su parte, Clinton se mostró partidaria de ayudar a Puerto Rico para reestructurar su monumental deuda de más 70.000 millones de dólares. Este mensaje es un guiño a la inmensa comunidad de puertorriqueños de Florida, casi un millón de personas, muchos de los cuales han emigrado en los últimos años como consecuencia de la crisis que sufre el país. Las encuestas dan una cómoda ventaja a Clinton sobre Sanders en este Estado, fundamentalmente gracias al voto hispano.