Barack Obama quiere terminar su presidencia con un cambio radical de la imagen de EE UU en Latinoamérica. En Buenos Aires, justo cuando se cumplen 40 años de una terrible dictadura que contó con el respaldo inicial de EE UU, su presidente pidió romper con la “desconfianza” que ese pasado ha generado y él mismo admitió que su país “aprendió la lección” en los setenta de que debía poner los derechos humanos como prioridad en la política exterior.
Obama llegaba a Buenos Aires después de un viaje a Cuba que él mismo definió como “histórico”. Y desde el primer momento quiso hacer historia también en Argentina, donde su visita es polémica porque llega con el 40 aniversario de una dictadura respaldada por EE UU, al menos al principio. Como gesto hacia ese mundo de los derechos humanos en Argentina que tanto le critica, Obama recordó que ha decidido abrir los archivos militares de esa época 10 años antes de que se cumplan los 50 que marca la ley y pidió romper con esa tradicional “desconfianza” de la izquierda latinoamericana hacia EE UU.
Sin hacer una crítica rotunda al papel de EE UU en las dictaduras latinoamericanas ni mucho menos citar nombres como el de Henry Kissinger, el polémico ex secretario de Estado, Obama sí quiso lanzar un mensaje claro a las víctimas y a toda Latinoamérica para que entienda que EE UU ya no es el mismo país que invadía el continente o influía en los golpes de Estado a través de la CIA. Incluso llegó a decir que Argentina sirvió precisamente “como experiencia” para cambiar esa política de apoyo a las dictaduras.
Y como gesto de cambio, prometió la desclasificación de documentos militares y de inteligencia sobre esa época oscura y además hizo un reconocimiento a las víctimas de la dictadura.
“He pasado mucho tiempo estudiando la historia de la política exterior de EE UU”, explicó el presidente cuando le preguntaron si estaba dispuesto a hacer autocrítica del papel de su país en las dictaduras latinoamericanas de los setenta. “Hay momentos de gran gloria y otros que fueron contrarios a lo que creo deba representar América. Todo el mundo conoce la historia. En los 70 hubo una maduración, los derechos humanos se volvieron tan importantes como luchar contra el comunismo” dijo en referencia al giro que se produjo con Jimmy Carter, que fue crítico con dictaduras como la argentina y envió a su secretaria de Estado Patricia Derian a Buenos Aires, donde tuvo una durísima discusión con el general Emilio Massera en la ESMA, al lado de donde se torturaba a los que después serían desaparecidos.
“Una de las grandezas de América es que hacemos mucha autocrítica. No hay escasez alguna de autocrítica por parte de EEUU o de su presidente”, insistió Obama para distanciarse del pasado oscuro de su país en Latinoamérica.
Obama insistió en todo momento en que hace muchos años que EEUU cambió su enfoque en política exterior para defender los derechos humanos. “Vamos a hablar claramente. Emprendí un viaje histórico a la Habana. Pienso que la democracia es mejor que una dictadura. Creo en la libertad de expresión, de reunión y que la gente no debe ser arbitrariamente detenida. Y digo lo mismo cuando estoy en China, en Rusia o con algunos de nuestros aliados. A veces es bastante incómodo” insistió para desligarse de ese pasado.
Al lado de Obama, un exultante Mauricio Macri, al que está visita consagra como líder regional, agradeció el gesto de abrir los archivos: “Todos tenemos derecho a saber la verdad”, señaló el argentino, quien agradeció la decisión de Obama de aportar luz a una de las páginas más negras de la historia argentina y también pidió mirar al futuro y romper esa desconfianza.
Obama también reconoció “el coraje y el heroísmo de las personas que se opusieron a las violaciones de derechos humanos”, en un claro guiño a las organizaciones de derechos humanos, que ven con recelo su presencia en el país en estas fechas tan sensibles. Obama y Macri rendirán juntos hoy un homenaje a las víctimas de la dictadura, un nuevo gesto del que se ha convertido en un elemento central de esta visita, la primera de un presidente de EE UU a Argentina en 20 años. Sin embargo, como muestra de que el recelo permanece, las organizaciones de derechos humanos no tienen previsto acompañar a Obama en ese homenaje.
De hecho, han sido las resistencias de estos grupos las que han impedido que el presidente de EE UU hiciera ese gesto simbólico de apoyo a las víctimas en la ESMA, el lugar donde se torturaba a los detenidos muy cerca de una de las principales avenidas de Buenos Aires y al lado del estadio donde se jugó la final del Mundial de 1978. Obama se quedará sin ver la ESMA pero igualmente quiso lanzar un mensaje para intentar cambiar la imagen de su país entre la izquierda latinoamericana.
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