El fuerte sismo que remeció a costa de Ecuador el sábado suma víctimas cada minuto. El presidente Rafael Correa, que debió regresar a su país y suspender una visita en El Vaticano, cifró en 272 los fallecidos, al declarar a la prensa tras un recorrido por las zonas del desastre.
“Hay todavía muchísimos cadáveres entre los escombros”, advirtió el mandatario ecuatoriano quien aseguró que se trata de la peor tragedia en casi siete décadas en el país suramericano.
Mientras comienza a llegar ayuda de otros países, los equipos locales realizaban la noche de este domingo esfuerzos por conseguir a sobrevivientes en las seis regiones golpeadas por el terremoto de magnitud 7.8 en la escala de Richter: Esmeraldas, Los Ríos, Manabí, Santa Elena, Guayas y Santo Domingo.
La cuenta parcial de heridos es de 2.068 personas. Los daños materiales son incalculables, de momento.
Como medida de precaución, fueron paralizadas las operaciones en refinerías petroleras y algunas hidroeléctricas.
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En mensajes en su cuenta de Twitter, también pidió a los ecuatorianos que se mantuvieran firmes y que esperaba estar de vuelta en el país para el domingo por la tarde.
El epicentro del temblor fue ubicado a 16.8 millas (27 kilómetros) de Muisne y a 105.6 millas (170 kilómetros) de Quito, donde se sintió con fuerza, detalló el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS por su sigla en inglés). El movimiento se registró a poca profundidad, lo que aumentó su capacidad destructora.
El presidente Correa firmó el mismo domingo por la madrugada un decreto de excepción y activó líneas crediticias de contingencia para afrontar la emergencia.
“Son momentos sumamente difíciles, la tragedia más grande de los ultimos 67 años, sólo superada por el terremoto de 1949 en Ambato (centro)”, agregó Correa desde la ciudad de Manta, una de las más afectadas.
Sin embargo, el mandatario ecuatoriano no pierde las esperanzas: “hay señales de vida en muchos de los escombros”, dijo antes de despedirse el domingo con un “hasta la victoria siempre”.
