El atacante de la masacre en el club gay Pulse, en Orlando, intentó negociar con las autoridades y un equipo de la policía intervino en las conversaciones mientras él mantenía rehenes, dijo este lunes en una rueda de prensa el director de la policía, John Mina.
“Teníamos a un equipo de negociadores que habló con el sospechoso solo tratando de obtener la mayor información que fuera posible“, dijo Mina a los medios desde Orlando al detallar el operativo.
A las 2 de la madrugada, Omar Mateen, como fue identificado el agresor, ingresó en el club disparando un fusil de asalto AR-15 y una pistola, mientras se celebraba una fiesta latina. Confundidos entre la música y la ráfaga de disparos, muchos se lanzaron al suelo; otros que vieron salidas cercanas, huyeron. Pero ya comenzaban a contarse los primeros muertos entre los 49 contabilizados en el tiroteo más mortífero en la historia de Estados Unidos.
La primera ocurrió cuando un oficial fuera de servicio, pero que había estado trabajando en el lugar, se enfrentó con el pistolero apenas comenzar la matanza. Luego, más oficiales llegaron al lugar, contó Mina. El atacante se retiró entonces al baño, donde las autoridades estiman que había unos cuatro o cinco rehenes. En un baño más se refugiaban otras 15 personas.
Justo en ese momento, cuenta Mina pudieron rescatar “docenas y docenas de personas”.
Y entonces un equipo SWAT se ubicó en otro de los baños y abrió un boquete por el que salió más gente.
Las negociaciones continuaban. “No había disparos en ese momento, pero él hablaba de un chaleco bomba y explosivos”, explica Mina, quien recuerda que Mateen amenazó con una explosión cuando notó la intención de la policía de intentar un rescate. “Había una alianza con el Estado Islámico”, agrega.
Y entonces el grupo SWAT abrió un boquete en la pared con explosivos y un vehículo blindado. Más rehenes huyeron y Mateen salió. Un nuevo tiroteo se encendió y el atacante, finalmente, fue abatido.
También presente en la rueda de prensa, el fiscal Lee Bentley dijo este lunes que investigan la posibilidad de que otras personas puedan estar relacionadas con el incidente, aunque precisó que no existen amenazas en este momento. “Si alguien más estuvo involucrado será procesado ante la justicia”, dijo.
Por su parte, Regina Lombardo, de la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF, por su siglas en inglés), informó que una tercera arma –de la que no se precisaron detalles– fue hallada en el vehículo del atacante.
Persona de interés
Omar Mateen, de 29 años, era un estadounidense nacido en Nueva York, pero de padres afganos. Trabajaba como guardia de seguridad y, según las autoridades, las armas que utilizó en el ataque habían sido compradas legalmente.
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Lo saben, entre otras cosas, por las llamadas que Mateen realizó al 911 desde las 2:30 de la madrugada del domingo. “Fueron tres llamadas diferentes: llamó y colgó; llamó y habló poco con quien le contestó y, luego, colgó; y del 911 lo llamaron de nuevo y hablaron poco”, contó.
Durante las llamadas, explicó Comey, el atacante dijo que llevó adelante la masacre en nombre del líder de Estado Islámico Abu Bakr al-Baghdadi, a quien nombró y juró lealtad, pero también clamó su solidaridad con los atacantes que en 2013 explotaron una bomba durante el maratón de Boston y con Moner Mohammad Abusalh, el primer ciudadano estadounidense en perpetrar un ataque suicida con bombas en Siria.
Comey explicó que el FBI se encuentra revisando los aparatos electrónicos del pistolero “para entender lo más que podamos su trayectoria y determinar si alguien lo ayudó al dirigirlo o asistirlo, pero no vimos ningún indicativo de que esto haya sido un complot dirigido desde fuera de los EEUU o de que él haya sido parte de una red”.
El FBI había dicho este domingo que Mateen ya era una persona de interés, que había sido interrogada en diferentes ocasiones. “El FBI tuvo conocimiento por primera vez de Mateen en 2013 cuando hizo comentarios incendiarios a sus compañeros de trabajo, con presuntas conexiones terroristas, (…) se investigó el asunto y Mateen fue entrevistado dos veces”, dijo Ronald Hopper, agente del FBI a cargo de la investigación.
Al ser rentrevistado, Mateen alegó que su descarga fue una respuesta a la “discriminación” y “burla” a que era sometido solo por ser musulmán. En esa ocasión, lo investigaron durante 10 meses y, sin evidencias o sospechas, el caso se cerró.
Según su uso en Estados Unidos, una “persona de interés” no es un sospechoso formal, pero sí un individuo que puede tener información valiosa en una indagación o genera ciertas dudas a la policía mientras investiga un delito.
En julio de 2014 Mateen volvió a llamar la atención del FBI por su supuesta conexión con el atacante suicida Moner Mohammad Abusalha. Nuevamente fue indagado y se determinó que su contacto con el terrorista fue mínimo y que “no constituía una amenaza en ese momento”, declaró Hopper.
“Durante esa investigación un testigo nos dijo (…) que en una ocasión se sintió preocupado por el asesino, porque le había mencionado videos de (Anwar) al-Awlaki (estadounidense ex líder de la organización terrorista Al Qaeda, que murió en un ataque de dron en 2011)”, destacó Comey.
Las preocupaciones del testigo cesaron cuando Mateen se casó, tuvo su hijo y comenzó a trabajar como guardia de seguridad.
Este lunes, su padre Seddique Matteen, dijo en una rueda de prensa sentirse molesto y triste por la masacre cometida por su hijo. “Lo que hizo fue un acto de terror”. Aún así, aseguró que su hijo era un buen chico.
Hasta el momento, las autoridades han identificado a 48 de las 49 víctimas mortales de la masacre. En su mayoría, son jóvenes con nombres y apellidos latinos y entre los 20 y 30 años.