Por JUAN T H
El Partido Revolucionario Moderno (PRM) es resultado de la división del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), como lo fue el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) en 1973 cuando su otrora líder profesor Juan Bosch dijo que ya había cumplido su razón de existir. En las elecciones de 1974 el PLD no alcanzó 20 mil votos, contrario al PRM que logró más de un millón 200, colocándose como la segunda fuerza política del país con tan solo un año de formado.
Lo del PRM, visto objetivamente, fue una hazaña, pues a pesar de los errores cometidos durante la campaña se consolidó como partido. (Falta de un buen comando de dirección, bien cohesionado y disciplinado, capaz de diseñar y difundir mercadológicamente los ejes de la campaña junto con la imagen del candidato presidencial, entre otros)
A esas debilidades políticas debemos añadir los escasos recursos para enfrentar una maquinaria brutal y despiadada como la del PLD que utilizó abusivamente los recursos del Estado sin que la Junta Central Electoral lo impidiera a pesar de estar facultada por la Constitución de la República.
El PRM y aliados debieron lograr, mínimo, 12 senadores y la mitad de los diputados y de las alcaldías, pero el fraude en los tres niveles lo impidió. De no ser por el fraude y el uso desmesurado de los recursos públicos el PLD no habría logrado el control del Congreso ni de los ayuntamientos, y probablemente estaríamos preparándonos para una segunda vuelta.
Pero la correlación de fuerzas no le permite al PRM una lucha prologada ni radical exigiendo la anulación de las elecciones y la convocatoria de nuevos comicios, como aconseja la lógica, la ética, la moral y la propia ley. Empresarios, medios de comunicación, iglesias, etc., claman por dejar las cosas como están nuevamente cuando debieron propiciar equidad, con la misma vehemencia, transparencia y apego a la ley electoral para que los resultados de los comicios fueran creíbles.
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Se requiere de un modelo de organización que sugiero, como lo han hecho otros, sea por mesas electorales con un personal calificado y dispuesto a defender el voto hasta con su vida. (15 mil mesas electorales, 15 mil comandos o comités integrados por 7 o 9 personas).
El PRM tiene que darse, en el menor tiempo posible, una nueva dirección. (Comité Político, Comité Central, Comisión Consultiva, frente de masas, etc., incluyendo un presidente y un secretario general).
De igual manera, el PRM tiene que crecer como la verdolaga en todo el territorio nacional para convertirse en la primera fuerza política del país en tiempo récord para lograr la victoria en el 2020.
La construcción del PRM, con nuevos métodos y estilos de dirección distintos a los empleados hasta ahora, no puede hacerse al margen de la lucha por una ley de partidos, otra de garantías electorales, la sustitución de los miembros de la JCE y del TSE, entre otras conquistas.
Convertir el PRM en una organización revolucionaria y moderna precisa unidad de propósitos de sus miembros. Todos como un solo hombre y una sola mujer en la construcción de un partido fuerte, disciplinado y unido, poniendo la política al mando de todas sus acciones.
El PRM es un partido de oposición, no de componendas, ni de acuerdos de aposentos; no está concebido para hacer “oposición constructiva” que es sinónimo de complicidad y traición, está concebido para alcanzar el poder.