El PP ha vuelto a ganar las elecciones generales y hasta supera sus resultados de diciembre, pero se mantiene las dudas sobre la formación de Gobierno, en un panorama político que sigue siendo de alta incertidumbre para poder superar el bloqueo.
No hay cambios sustanciales en el tablero político, porque el PSOE ha logrado resistir como segunda fuerza y la unión entre Podemos e Izquierda Unida (IU) no ha conseguido el ansiado sorpasso, es decir, no ha superado a los socialistas. La suma de Podemos e IU superó en votos al PSOE en las elecciones de diciembre, pero ahora ni siquiera eso porque han perdido en conjunto un millón de votos, su coalición ha fracasado. Para lograr Gobierno, el escenario es muy similar al que salió de las elecciones de diciembre porque requiere acuerdos difíciles, aunque ahora con el PP más fortalecido y el bloque de izquierdas más debilitado.
Mariano Rajoy ha ganado sus terceras elecciones y hasta ha mejorado los resultados de diciembre. Hace solo cuatro meses pudo perder la presidencia y ahora supera la línea del 32,93% de los votos y llega a los 137 escaños. A Rajoy le ha reforzado la incertidumbre. Hace cuatro meses pudo ser relevado y ahora está más fuerte y sus rivales han fracasado y están más débiles. Los intentos de cambio de los nuevos partidos y la izquierda han fracasado. Si Podemos se hubiera abstenido en la investidura de Pedro Sánchez ahora Rajoy no sería presidente.
Pero Rajoy tiene más votos, ha ganado el PP en Andalucía, ha sumado 14 escaños más y se ha fortalecido, aunque necesita acuerdos que le resultaron imposibles en diciembre.
No le bastará con los escaños de Ciudadanos, aunque ahora sumen más entre los dos (169), y solo podría gobernar con el difícil acuerdo del PSOE o con su abstención o la de partidos soberanistas. Todos están ahora presionados por la voluntad de evitar unas terceras elecciones, tras la experiencia de las de ayer.
Rajoy pedirá al PSOE que desde este mismo lunes se siente a negociar un futuro Gobierno. El acuerdo de izquierdas queda muy lejos porque ese bloque ha retrocedido en escaños y necesita aún más del voto de independentistas. El Gobierno del cambio ya no es posible.
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Los socialistas han resistido como segunda fuerza, aunque vuelvan a tener por tercera vez consecutiva su peor resultado de la historia en escaños. La noticia de la noche electoral es que la candidatura de Pedro Sánchez no se ha hundido, ha resistido el empuje de Podemos más IU y, contra todo pronóstico y desmintiendo los sondeos preelectorales y los realizados ayer mismo a pie de urna, sigue siendo el segundo partido con cinco escaños menos, pero con mejor porcentaje de votos que en diciembre. Sánchez tenía trazada la línea entre el éxito y el fracaso en evitar el sorpasso y ha superado la reválida. Su futuro político pendía de un hilo y ha superado la difícil prueba.
Por contra, Pablo Iglesias no ha superado la línea del éxito y su suma con IU no da, ni de lejos, la adición aritmética de los votos de ambos en las elecciones de diciembre. No puede encabezar las negociaciones para formar Gobierno y solo puede aspirar a volver a postularse como vicepresidente de un Ejecutivo de coalición con el PSOE. Y eso para Podemos es un fracaso después de su acuerdo con IU, cerrado con la resistencia de sectores del partido que eran partidarios de mantener la transversalidad y tras hacer desaparecer la formación que lidera Alberto Garzón.
La coalición no ha roto el tablero político. En diciembre, la suma de Podemos e IU estaba por encima del PSOE en votos, pero ahora Unidos Podemos no cumple las expectativas y pierde un millón de votos. Con el 91,81% escrutado, solo logra 71 escaños, dos más que en diciembre y lejos del sorpasso. Tras el 20-D y el bloqueo en las negociaciones para formar Gobierno, la repetición de los comicios mantiene las dudas y no consolida el fin del bipartidismo. El Congreso seguirá fragmentado con el PP como partido más votado y con el PSOE y Podemos dividiendo en dos partes el voto de la izquierda. El bipartidismo resiste, sin que ningún otro partido pueda gobernar. Y el PSOE mantiene aunque debilitadas sus opciones de liderar un Ejecutivo, con menos dudas sobre su liderazgo futuro.
Ciudadanos es el único que cae con 8 escaños menos, y queda con poder muy reducido porque sus escaños ya no sirven para determinar por sí solo el color del Gobierno. Sus exigencias apuntadas en campaña para que Rajoy deje de ser el candidato del PP a la presidencia del Gobierno pierden toda la fuerza o, al menos, ya no es una condición insuperable para los populares. Sus esfuerzos de pactos de estos meses no solo no han sido premiados, sino que parecen haber sido castigados.
El PSOE tiene en su mano mirar a su derecha y dar el Gobierno al PP o dirigir la mirada hacia su izquierda y pactar con el partido de Pablo Iglesias, con la dificultad añadida de necesitar de nuevo a los independentistas. Cualquiera de las dos opciones tiene contraindicaciones graves para el partido que encabeza Sánchez. La decisión es de los socialistas, mientras que el PP tiene claro con quién puede pactar y Podemos no tiene más opción que la de apoyar a los socialistas, a los que no ha parado de lanzar mensajes de mano tendida durante la campaña electoral.
Los dos extremos pugnarán desde ahora por el pacto con el PSOE, aunque anoche Sánchez e Iglesias ni hablaron de ello. Si se lo da al PP, Podemos, en situación más débil, podrá hacer el discurso de la derechización del PSOE y si es al revés, el PP tendrá a mano el de la radicalización del partido que más tiempo ha gobernado en España. Aparentemente, los votantes han reconocido lo que el líder del PSOE vendió en las elecciones como su principal activo: el intento de llegar a acuerdos con su pacto con Ciudadanos.