Por Raul Mejia Santos
Un nuevo reinado de Danilo Medina acaba de empezar en la Republica Dominicana. El pasado 16 de agosto asumió su segundo mandato quien a simple vista luce como el líder consolidado del Peledeismo. No ha sido tarea fácil, implicó desacreditar y lanzar fango sobre su opositor interno en las filas de gobierno: Leonel Fernández. Los “Quirinos” de la vida le troncharon el camino y le apagaron los vientos al Presidente del PLD.
No fue casualidad que en pleno proceso electoral saliera a relucir el escándalo de quien tuvo en su nómina a todo político de alto relieve nacional, oficialistas y opositores por igual.
La denuncia no alteró la actitud tolerante e indiferencia con la que todo un pueblo percibe los temas relacionados a corrupción, pero expuso como nunca antes los nexos de la política criolla con sectores del crimen organizado y el narcotráfico internacional. Tal parece que “El Don”, por mandato del Palacio Nacional, salió de una celda neoyorquina con el objetivo principal de neutralizar al doctor Fernández.
Nos preguntábamos ¿por qué?, ¿Qué ganaba Quirino con todo eso? , ¿A quién aventajaba? La respuesta no se hizo esperar. Pronto calmaban los vientos Leonelistas y el tema de la reelección de Medina ocupó las primeras planas nacionales, como un sofocón que aturdió al ex Presidente y sus seguidores, los cuales se perfilaban como los candidatos naturales en el pasado proceso electoral.
La visita del mandatario al hogar capitalino de Fernández y la posterior reunión a puertas cerradas en Juan Dolio sirvió para mancornar las aspiraciones del segundo y lanzar el proyecto reeleccionista, dándole la estocada mortal a las aspiraciones del León, quien nunca sospechó lo que ocurría aunque intimó desde un principio la jugada.
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El actual mandatario se alzó con el liderazgo indiscutido del partido de gobierno y puso todas las fichas sobre la mesa para que el Comité Político del PLD favoreciera sus aspiraciones y aplastara a quien les llevó al poder en 1996. Los periodistas entraron en frenesí por lo que se veía venir y aunque buscaban expresiones de Danilo sobre el tema, este decidió ser parco y esquivo.
Hablar lo necesario, pero con el dedo sobre el gatillo.
En un acontecimiento sin precedente en la historia moderna de la Republica Dominicana, a un ex Presidente se le impedía postularse en representación de su colectividad política, aunque aún la dirigía. Los verdugos de Fernández alzaron sus copas, celebraron y se abalanzaron sobre la Legislatura Nacional para procurar la vía legal hacia la reelección, una reforma a la Constitución.
En un acto grosero y burlón a la consciencia nacional rodaron los millones por los pasillos del Congreso, comprando legisladores oficialistas y de oposición para modificar lo que Balaguer en un momento tildó como un simple “pedazo de papel”.
La decisión del Comité Político del PLD no fue un ejercicio democrático interno, o de disciplina partidista. Suprimieron la voluntad de todo un sector del partido oficialista que favorecía las aspiraciones de Fernández, doblegando su proyecto político para encarrilar la reelección de Medina. Paso astuto aunque zanjó diferencias marcadas entre los dos sectores del PLD. A Quirino le debemos cuatro años más de Danilo Medina.