“Por la verdad murió Cristo”. No estoy usando frases religiosas para tratar de convencer a nadie de esto o aquello. Doy comienzo a este humilde trabajo, con la frase estandarte que las religiones usan como escudo, cuando necesitan sincerar a los fieles, con intenciones de agruparlos en una sola idea.
Hipólito Mejía no tiene necesidad de mendigar “borrón y cuenta nueva”, sus bienes están sujetos a la transparencia, son bien habidos por lo que no tiene que rendir cuentas a nadie. No necesita poner en riesgo la vida y el prestigio de su familia, no tiene ambición ni está amarrado al poder como modo de supervivencia personal.
El bienestar de su familia es el producto de la unidad y la fe, la seguridad de su fortuna es el resultado del arduo trabajo, de la constancia y empeño administrativo.
A los detractores de su figura les molesta la impecabilidad del manejo de sus inversiones en el campo, en la agricultura, en la producción agrícola, en el generoso trato a sus trabajadores.
Es fiel y confiado, cree en los buenos sentimientos del hombre, mas no descarta la traición como un defecto del ser humano.
Aunque no anda vendiendo sueños religiosos, cree en Dios y su fe es pura y sincera.
Estuvimos revisando los titulares de los medios más importantes de prensa, con la intención de encontrar ataques directos a ex presidentes por parte de sus mismos correligionarios. Lo que encontramos da vergüenza, da miedo. Leonel Fernández, todos lo saben, robó como ningún otro en la historia de ningún país de América y jamás ha sido señalado directamente como responsable de estos desfalcos, ni siquiera en estos momentos que algunos aspirantes a la candidatura de su partido están pensando en serio.
Hipólito Mejía, todos lo saben también, haya robado o no, ha sido víctima de una serie de ataques orquestados por la mediocridad de algunos ambiciosos, envidiosos, traidores de su misma organización. El solo hecho de mencionar sus cuatro años de gobierno para rechazar su pre-candidatura y tratar de sepultarlo en la historia como un vulgar ladrón, o como el jefe de una pandilla de delincuentes o como el líder petrificado en el pasado glorioso de los días del jacho y de Peña.
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Hipólito dejó claras sus intenciones de ir a una convención y llegar hasta donde el pueblo lo quiera. Sus contrincantes exigen pagar a los mercaderes de las encuestas para ser elegidos.
Hipólito se mostró convencido de que va a hacer oposición al gobierno y al PLD y que creará un gobierno de convergencia, en donde todos los sectores y organismos participen. Sus enemigos solo tienen un objetivo, ser candidatos, sin importarles el resto de los más de diez millones de dominicanos que esperan ansiosamente le ofrezcan una oposición más contundente y más unida.
Quizás el gobierno de Hipólito no haya sido el mejor, pero sus planteamientos, su proyección y su trayectoria revolucionaria y democrática, son las que le convienen a la nación, son las mejores.
A mi Hipólito me ha regalado ni una sonrisa, ni guisé en su gobierno, ni me considero su amigo, simplemente creo en él, y así como yo, existe una gran mayoría de dominicanos, que a pesar de los chismes baratos que inventa la gente mala del PRM, Papá representa el poder y garantiza el liderazgo integro para restablecer la moral y la justicia.
Y esta es la verdad, la percepción del pueblo dominicano.
El Autor es escribano de las redes sociales, periodista, activista comunitario, comunicador, reside en Miami, Fla. USA’
Anibita José
Miami, Fl. USA