Un día después del último debate entre Hillary Clinton y Donald Trump, Barack Obama visitó este jueves Miami y lo hizo como ‘clintonista’ en jefe para conjurar el fantasma de la abstención, sobre todo entre jóvenes y minorías, urgiendo a ir a votar por su compañera demócrata contra el magnate republicano.
“No lo abuchen , voten”, dijo refiriéndose a Trump el presidente de Estados Unidos en un mitin de pequeñas dimensiones pero bullicioso en la cancha de baloncesto de la Florida Memorial University, rodeado sobre todo de jóvenes. Desde hoy hasta el día D -martes 8 de noviembre- el carisma y la destreza comunicativa de Obama serán municiones indispensables para llevar a buen puerto la candidatura de Clinton, complementando los límites de atracción de su exsecretaria de Estado. La candidata demócrata necesitará sacar a votar a la coalición Obama, los jóvenes y las minorías, para tumbar a Trump.
A 17 días de las elecciones que decidirán quién toma el mando de la Casa Blanca, Obama eligió para su intervención el municipio de raigambre afroamericana Miami Gardens, cada vez más imbricado de población latina. Una combinación que aunaba dos grandes polos de atracción de voto demócrata que, por lógica, se deberían ver alentados en las urnas como respuesta a los dislates de Trump contra las minorías. Pero la lógica no es un parámetro fiable en una campaña que ha puesto al estrambótico constructor neoyorquino tan cerca del Despacho Oval como ninguna previsión racional llegó a avizorar cuando se postuló.
Con un tono contundente, el presidente defendió a Clinton como continuadora de su legado y como una futura mandataria fiable y sólida: “No importa cuantas veces traten de derribarla, simplemente trabaja más duro y nunca se rinde. Por eso será una gran presidenta”.
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Florida, un Estado de 20 millones de habitantes con un 16,8% de afroamericanos y un 24,5 de latinos, se presume trascendental para el resultado electoral. Es el tercer estado con más votos electorales (29, siendo 270 la cifra a alcanzar entre los 50 estados para ganar) y el de más peso entre los llamados swing states, Estados columpio que unas veces votan demócrata y otras republicano. El antecedente inmediato son las elecciones conquistadas por Obama para los demócratas en 2008 y 2012, y los sondeos ponen a Clinton tres puntos por delante, pero nadie puede dar por seguro el resultado.
Obama hizo una relación de los logros de los que se siente más satisfecho de sus ocho años al timón, desde los avances en cobertura médica accesible hasta la superación del crash económico de 2008 pasando por la eliminación de Osama Bin Laden, que el público, mayoritariamente negro, celebró con una notable euforia, como si hubiera ocurrido hace dos horas.
“Nuestro pais es más fuerte y próspero que cuando llegué, pero todo ese progreso está en juego”, advirtió Obama a sus seguidores, animándolos a que comiencen a votar por adelantado el próximo lunes y a no esperar al 8 de noviembre para depositar su papeleta por Clinton.
Además de zarandear a Trump exponiéndolo como una especie de profanador verbal de los principios constitucionales de Estados Unidos, Obama estuvo severo con el Partido Republicano en general. Punzó cuanto quiso al líder republicano y candidato al Senado por Florida Marco Rubio por pasar de ver a Trump como “un peligro” a darle su apoyo y criticó a los correligionarios que se han ido bajando del barco del empresario: “¿Cómo tardaron tanto en darse cuenta de que no podía ser presidente?”, dejó en el aire con una sonrisa burlona.