Por Ramon Ceballo
La dignidad es un sustantivo femenino, que tiene su origen de la palabra en latín dignitas. Dignidad tiene una serie de sinónimos, tales como: decencia, decoro, honestidad, y honra. Es considerada una cualidad del vocablo digno, cuya traducción significa persona valiosa, mesurada, con honor, y seria.
La dignidad hace referencia al valor inherente del ser humano y se basa en el respeto y la estima que una persona tiene de sí misma y por lo tanto es merecedora del respeto de los demás.
Hay otra definición del concepto dignidad, el cual la describe como la formalidad de las personas a la hora de cumplir con los compromisos que tiene.
“La dignidad” es la condición humana que se la atribuyen a quienes se han ganado el respeto y la estima de la sociedad, por su elevada moral, sentido ético y acciones honrosas, las cuales producen una sensación de satisfacción en la sociedad, siendo merecedores de reconocimiento por esa condición humana que genera respeto, el cual sirve de estímulo al realzar la labor que llevan a cabo.
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Según Millan- Puelles, considera que existen dos tipos de dignidad. La dignidad ontológica, la cual no depende de ningún tipo de condicionamiento, ni de diferencias étnicas, de sexo, de condición social o cualquier otro tipo. Y la segunda clasificación es la dignidad adquirida, concepto cuya definición es similar al del honor.
Incluso en la propia teología cristiana, establecen que la dignidad la poseen los seres humanos porque son una criatura de Dios y, por lo tanto, tienen la capacidad de conocer y amar libremente a quienes le rodean y a su propio creador.
Los humanistas consideran que la dignidad, además se basa en el reconocimiento que toda persona tiene de ser merecedora de respeto sin importar la condición de ellos. Al reconocer y tolerar las diferencias de cada persona, para que ésta se sienta digna y libre, se afirma la virtud y la propia dignidad del individuo, fundamentado en el respeto a cualquier otro ser.
Se trata de una cualidad totalmente individual, de la persona concreta. Se considera innata a cada persona. Ha de ser respetada por todos, pero no es otorgada por nadie, su existencia no depende del reconocimiento.
A su vez, una persona digna puede sentirse orgullosa de las consecuencias de sus actos y de quienes se han visto afectados por ellos, o culpable, si ha causado daños inmerecidos a otros. La misma dignidad que nos pone por encima de la naturaleza, pues podemos transformarla también en nosotros mismos, contenerla, regularla, nos hace responsables. Un exceso de dignidad puede fomentar el orgullo propio, pudiendo crear la sensación al individuo de tener derechos exclusivos (privilegios).