Por JUAN T H
Hijo de la profesora y luchadora anti trujillista Altagracia Iglesias y del poeta Armando Lora, hermano de la guerrillera y combatiente revolucionaria Carmen Josefina (Picky), y de los excelentes periodistas Junio y Armandito, Huchi no ha sido una excepción en el ejercicio de la comunicación social. No podía serlo. Su prosapia no podía ser traicionada.
Huchi ha sido para muchos, incluso para mí, una escuela, por lo tanto, no puedo dejar pasar por alto el Premio Nacional de Periodismo 2016 que le ha sido otorgado, coincidiendo con sus 50 años de ejercicio profesional, feliz ocasión que tampoco puedo obviar. ¡No me lo perdonaría!
Hace años, antes de iniciarme como periodista en los años 70, era un lector fervoroso de los artículos y reportajes de Huchi en el periódico La Noticia y los de su madre, doña Tata, en el vespertino El Nacional, en contra de los atropellos y desmanes cometidos durante los gobiernos del doctor Joaquín Balaguer, a quien detestaba.
Ejercer el periodismo defendiendo los mejores intereses, denunciando atropellos y desmanes, terminada la guerra de Abril de 1965 y la imposición de Balaguer por parte de las tropas imperialistas, era una tarea difícil y riesgosa.
El “Tintero” de Huchi, acompañado de una caricatura de su propia autoría, era una columna seria y responsable de alguien serio y responsable dispuesto a asumir las consecuencias de lo que escribía ganando así el respeto y el cariño de los lectores.
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Aunque su voz no era la única, Huchi se colocó, junto a otros compañeros, en la trinchera del honor del periodismo durante los 12 años de horror que caracterizaron los gobiernos de Balaguer. No reconocerlo sería una inequidad. Ser periodista o comunicador comprometido con la justicia y la verdad en esos años, no era un juego de niños. Había que tener coraje como el que exhibieron los combatientes constitucionalistas durante la guerra patria.
Tras la llegada del Partido Revolucionario Dominicano al poder con don Antonio Guzmán como presidente, aboliendo las leyes anti comunistas, permitiendo el regreso de los exiliados y poniendo en libertad a los presos
políticos, la democracia dio un salto relativamente positivo. Durante ese tiempo Huchi continuó con su labor como periodistas comprometido hasta el día de hoy, donde la inversión de valores, la falta de objetividad y honestidad caracterizan el trabajo comunicacional.
Hoy, como ayer, es preciso un periodismo comprometido con la libertad y la justicia, con el desarrollo económico, político y social del pueblo, no un periodismo sesgado, atrapado por la corrupción que parece arroparlo todo.
Hoy, como ayer, hay pocas voces disidentes, irreverentes, críticas y odiosas, que no se arrodillan ante el poder. Hoy son pocos con los comunicadores que no han sido cooptados por el partido de gobierno, ni permeados por las prebendas tanto del sector público como privado. Por eso periodistas como Huchi Lora, que exhiben integridad y capacidad, que escriben y dicen lo que su conciencia les dicta, son necesarios tanto o más que ayer.
Por eso celebro como bueno y válido el premio nacional al periodismo otorgado al comunicador Huchi Lora coincidiendo con sus 50 años de ejercicio.
¡En hora buena Huchi! ¡En hora buena!