Por: Dr. Ramón Murray, Ph.D., Th.D., Ed.D. (Autor).
EE.UU., (Tribuna Dominicana) USA. ¿Qué los obliga a los haitianos a emigrar de su país?
Eso tiene un nombre: Extrema Miseria.
¿Y Por qué Haití es tan pobre?
¿Quiénes son los responsables?
Para responder esto, daremos un breve repaso histórico, hasta llegar a la realidad actual.
Primer Culpable: Francia.
Cuando Haití se liberó de Francia, en 1804, heredaron una tierra arrasada por las plantaciones de caña de azúcar y un país quemado por la guerra feroz.
Francia les cobró caro la humillación infligida a Napoleón Bonaparte. Y ya al poco de nacer, Haití tuvo que comprometerse a pagar una indemnización de 150 millones de francos en oro.
Una fortuna que actualmente equivaldría a US$ 21,700 millones o 44 presupuestos totales del Haití de nuestros días.
Mucho más de un siglo les llevó el pago de la deuda más intereses, hasta 1938. Para entonces, ya Haití pertenecía a los bancos de los Estados Unidos. A cambio de ese dineral, Francia reconoció oficialmente a la nueva nación.
Segundo Culpable: Estados Unidos.
En 1915, los marines desembarcaron en Haití. Se quedaron diecinueve años. Lo primero que hicieron fue ocupar la aduana y la oficina de recaudación de impuestos. El ejército de ocupación retuvo el salario del presidente haitiano hasta que se resignó a firmar la liquidación del Banco de la Nación, que se convirtió en sucursal del Citibank de Nueva York.
El presidente y todos los demás negros tenían la entrada prohibida en los hoteles, restaurantes y clubes exclusivos del poder extranjero. Los ocupantes impusieron el trabajo forzado para las obras públicas. Y mataron mucha gente en el proceso de la resistencia. Por ejemplo, El jefe guerrillero, Charlemagne Péralte, fue crucificado en una puerta de la plaza pública, y exhibido para escarmiento.
Pero eso no fue todo. Según datos históricos, en 1923, el territorio de Haití estaba cubierto un 60% de frondosos árboles maderables. Con la ocupación, empresas concesionarias se dedicaron a la explotación de la madera haitiana, cortando los arboles sin hacer reposición o siembra; lo que llevó al merma significativa de los bosques, e indirectamente enseñaron al pueblo haitiano a explotar este recurso como medio de subsistencia.
Tercer Culpable: El Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional.
Dice Eduardo Galeano, en su artículo “¿Por qué Haití es tan pobre?”, Publicado en Enero del 2010, que “los expertos internacionales son mucho más devastadores que las tropas invasoras”
Haití, sumiso a las órdenes del Banco Mundial y del Fondo Monetario, había obedecido sus instrucciones sin chistar. Y ellos le pagaron congelándole los créditos, a pesar de que había desmantelado el Estado y había liquidado todos los aranceles y subsidios que protegían la producción nacional.
Los campesinos cultivadores de arroz, en su mayoría, se convirtieron en mendigos.
Y ahora Haití importa casi el 100% su arroz desde los Estados Unidos. Mientras que los “expertos internacionales”, se han olvidado de recomendar medidas que fomenten la producción nacional.
Cuarto Culpable: Los Dictadores y Gobiernos Corruptos.
La misión “humanitaria” americana concluyó en 1934. Los ocupantes se retiraron dejando en su lugar una Guardia Nacional, creada por ellos para exterminar cualquier posible asomo de democracia. Lo mismo que hicieron en Nicaragua y en la República Dominicana.
Algún tiempo después, sube al poder la dinastía de Duvalier (“Papá Doc”) y su hijo (“Baby Doc”), que fue un dictador sanguinario; el equivalente haitiano de Somoza y de Trujillo.
Aparte de brutales, los gobernantes haitianos han sido, por tradición, corruptos, incapaces e indolentes, cuya única finalidad al hacerse del gobierno, es enriquecerse personalmente a costa del erario público, proveyendo ninguna alternativa de país para sacar a esa nación de la miseria.
Quinto Culpable: La clase Oligarca.
Las fuentes coinciden en que una docena de familias haitianas, controlan todos los recursos económicos y políticos del país. Les llaman plutócratas. Estas pocas familias controlan todo el armazón social: la economía, el sistema productivo, la educación, las leyes, el Ejército y hasta la religión. Son los dueños del poder, de las tierras fértiles, el dinero, los negocios, las empresas, las exportaciones, importaciones, los bancos, bienes raíces, las mansiones.
Poniéndolo en cifras, el 10% de estos haitianos ricos posee el 70% del ingreso total del país.
El diario Haitiano “Observer”, y el diario de Florida “Sun Sentinel”, dicen que seis familias de la clase alta de ese país tienen el control total de las riquezas. Entre estas, se citan a los apellidos Brandt, Madsen, Lacombe, Gardere, los Saba, Edouard Baussan, Richard Coles, Réginald Boulos, Gregory Mevs y Gilbert Bigio.
Algunas de estas familias ni siquiera son oriundas de Haiti, como los Biggios del Oriente Medio, los Brandt, de origen jamaiquino; los Madsen de Dinamarca, y otras de origen Francés y de la Florida.
Sexto Culpable: El propio pueblo.
La masa más pobre de Haití está atrapada en un círculo vicioso descendente, ya que su sistema de valores y creencias lo llevan a repetir prácticas que son auto-destructivas. Entre las malas prácticas citamos:
Agresiva Deforestación:
La causa principal del empobrecimiento del territorio es la explotación forestal excesiva por una población que cada vez aumenta su demanda de leña y madera, lo que ha provocado la erosión del suelo y una tremenda escasez de agua potable.
La agresiva deforestación, permitida por los gobiernos, ha dejado las tierras deforestadas y estériles. Esto afecta al 70% de los habitantes haitianos, que son (o eran) campesinos.
La deforestación es causa de sequias, y el 90% de los agricultores depende de las lluvias para regar sus cosechas, así que el problema se complica.
Violencia Social e Inestabilidad Política:
Después de la caída de Duvalier, el pueblo haitiano es un caldo inestable de conflictos internos e inestabilidad política, explosionando a veces con brotes de extrema violencia. Para dar una idea de la volatilidad política, entre 1843 y 1915, hubo 22 presidentes en Haití, de los cuales 21 fueron asesinados o derrocados. En ese clima tan inseguro, el comercio NO puede florecer.
Los intentos de lograr acuerdos con patrocinadores internacionales han fracasado, lo cual ha impedido que Haití obtenga asistencia para un presupuesto y programas de desarrollo.
Reproducción Descontrolada.
La alta tasa de natalidad en las familias haitianas pobres les obliga a que sus miembros, con cada vez menos recursos, tengan que repartirlos entre más mas bocas, generando más hambre y miseria.
Podríamos mencionar otros factores, como la Fuga de Cerebros; ya que un 80% de los haitianos con niveles educativos elevados emigran en busca de alternativas.
Haití es una Bomba de Tiempo
En el 2005, la FESS (Foundation for Environmental Security and Sustainability), dirigió un estudio sobre el ecosistemas de la isla. El resultado revela que, dada las condiciones de miseria, la migración y a su desastre ecológico, el vecino país representa una amenaza real para el estado dominicano. Y calificó la situación como “una bomba de tiempo”.
Los autores del informe, entrevistaron a Jeffrey Stark si estaba de acuerdo con ese pronóstico, a lo cual respondió: “Si. Haití es una Bomba Atómica a la que se le está agotando el tiempo”.
El tema es más preocupante cuando pensamos que Haití ya ha entrado en la fase final de agotamiento de recursos agrícolas, quedándole solo un 2% de bosques, los cuales siguen talándose a un ritmo creciente de 10% cada 5 años. Para el campesino haitiano solo hay dos opciones: seguir talando o morir de hambre.
Y no es solo los bosques, según El Depto. de Agricultura de los Estados Unidos (USDA), el mismo suelo ha ido quedando estéril, y habrá cada vez menor disponibilidad de agua.
Una Bomba de Tiempo Social.
No es un secreto que antes, el pueblo haitiano, en complicidad con la guardia fronteriza dominicana, ha venido cruzando la frontera con el fin de explotar los árboles del bosque vecino, para convertirlos en carbón, lo cual proveía para su subsistencia. Pero ahora, esa actividad se ha reducido, gracias a que ambos los estados vecinos han recrudecido sus políticas migratorias y fronterizas. Esto alivia la presión sobre nuestras montañas, pero incrementa el cuadro de miseria del vecino país.
Las autoridades haitianas han construido un muro fronterizo que dificulta el contrabando de carbón que antes sustentaba su necesidad de combustible. Paralelamente, el estado dominicano, consciente de la amenaza forestal, ha recrudecido las medidas para impedir la tala indiscriminada de sus árboles. Estas medidas combinadas, lógicamente ha provocado mayor desesperación e incertidumbre en los haitianos, a la par que sean más agresivos con la explotación de lo poco que le queda de sus bosques.
¿Resultado? Más Hambre.
Y un pueblo hambriento, es una explosión social esperando suceder.
Conscientes del sentimiento de desesperación, desde el estado haitiano se le está diciendo al pueblo, que República Dominicana tiene los recursos que ellos necesitan para sobrevivir; y que además, ellos tienen DERECHO de apropiárselos, dado que ellos contribuyeron con su trabajo, al enriquecimiento del estado dominicano, beneficio que nunca les ha sido pagado, según ellos.
Como consecuencia del discurso, el haitiano ha interpretado y denunciado públicamente, que las políticas que Dominicana ha tomado para preservar sus recursos forestales, su estabilidad social y su seguridad nacional, como medidas motivadas por el odio y el racismo.
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De acuerdo a una encuesta del portal digital HPN (Haití Press Network), la gran mayoría de los lectores, que participaron en el sondeo, consideró que el gobierno haitiano no ha hecho un buen manejo del tema sobre la repatriación de ilegales por parte de República Dominicana. De 207 participantes, 190 (91.79%) respondió No, mientras que solo 17 (8.21%) dijo que estaba de acuerdo con el manejo que ha dado Haití al tema migratorio.
La práctica de tergiversación y manipulación no es nada nuevo en su cultura. Jean Bertrand Aristide, en sus delirios tiránicos, logró sustentarse en el poder manipulando ideológicamente las angustias de los miserables, alimentando los odios sociales y étnicos. Ese discurso es el que aún permanece. Como resultado, el común de los haitianos se siente explotado, despreciado y humillado por los “blancos”, por los “ricos” y por los extranjeros, en especial, los dominicanos.
La situación expuesta, ha llevado al Dr. José Luis Taveras, fundador del prestigioso buffet de abogados “Fermín & Taveras”, a escribir un artículo titulado: “HAITÍ: ¿AMENAZA APOCALÍPTICA?”
En dicho artículo, el autor expresa sus inquietudes en forma de preguntas:
• ¿Qué pasaría con nuestra generación si ante una situación de hambruna o de explosión social tuviéramos que soportar un éxodo masivo y violento de miles de haitianos?
• ¿Cuál sería el papel de la comunidad política internacional frente a un cuadro como éste?: ¿nos impondrían soluciones drásticas como lo hizo en los Balcanes?
• ¿Presionaría para lograr un nuevo estatus político para las dos naciones?
• ¿Qué tan lejos estamos de eso?
¿Y pasa al explicar la razón de sus inquietudes, así?
“Estas inquietantes preguntas no nacen de una imaginación febril o prejuiciosa, son amenazas latentes que cobran más sentido con cada minuto que pasa.
En Haití están dadas todas las condiciones para que en cualquier momento suceda una catástrofe social con matices apocalípticos; es sólo cuestión de tiempo.
En el tránsito hacia una estabilidad cada vez más remota, se han producido grietas irreparables en la base social y ha habido fuertes rupturas en los procesos políticos hacia la democracia.
Haití es una amenaza real. El camino de la confrontación social violenta es inexorable.
Los breves espacios de aparente gobernabilidad son socavados por las presiones sociales de una nación atrapada en condiciones infrahumanas de subsistencia.
Los pálidos esfuerzos de la comunidad internacional se diluyen; los fondos de la cooperación internacional no fluyen por la inseguridad institucional.
Se trata de un país donde no funciona nada: ni el Senado, ni el Parlamento, ni el sistema judicial; todo esto en medio de una indefensión ciudadana sobrecogedora”
Y agrega:
“La crisis de Haití es compleja y estructural, por eso hasta su simple abordamiento resulta un ejercicio dificultoso. Sobre este aspecto, Tomas Brundin, ex-jefe de cooperación internacional de la ONU en Haití, en una declaración prestada a la agencia británica BBC, señala: “Ayudar a Haití es complicado debido a su pobreza, por el problema de la dictadura y la esclavitud en su historia… también tenemos la cuestión de la religión, la mezcla del vudú y el catolicismo, incluso su idioma. Todo esto hace que sea muy difícil entender qué pasa en este país”. La propia ONU, impotente, ha lanzado la voz de alarma a la comunidad internacional para que vaya en auxilio de ese país. La reacción ha sido tan fría como retórica.
Francamente hablando, Haití no está en la agenda de nadie.
Los graves e históricos problemas haitianos no solo se acumulan sino que se agudizan, llevando a ese país por derroteros cada vez más inciertos y sombríos.
No obstante lo anterior, otras incidencias han turbado el cuadro: la inserción del narcotráfico organizado y una población peligrosamente armada”
El Dr. Taveras toca un punto delicado: Haití se ha convertido en un Narco-Estado Armado:
“La política permisiva del gobierno de Aristide hacia el narcotráfico internacional, ha sentado las bases de un verdadero narco-Estado. Aristide se marchó forzosamente de Haití pero dejó intactas esa estructura de poder. Ahora en Haití manda el narcotráfico sobre el polvorín de una población armada.
El Departamento de Estado de los Estados Unidos destaca en uno de sus informes que parte de los grandes problemas que encara el combate del narcotráfico en Haití lo constituye la corrupción policial, así como la existencia de un sistema judicial “disfuncional” en el que jueces y fiscales son susceptibles de “intimidación y soborno”.
Y es que en Haití lo único que institucionalmente opera son las agencias internacionales de cooperación residentes ya que la corrupción ha impedido los mínimos avances de una sociedad con características tribales. Todo eso ocurre mientras de cada diez jóvenes haitianos en condiciones de extrema pobreza, seis se encuentran armados.”
La política migratoria recién implementada por el gobierno de Danilo Medina, ha encendido una llama de discordia que ha exacerbado las pasiones de ambos lados. El Ministerio de Defensa ha sellado la frontera entre Rep. Dominicana y Haití para evitar una ola de ilegales, lo cual ha encendido aún más los ánimos y profundizado las diferencias, entre haitianos y dominicanos que ya se perciben como enemigos activos.
Figuras religiosas como el Cardenal López Rodríguez dice que “no descarta República Dominicana sufra explosión social similar a Francia”, donde hace poco estalló una explosión social generada por inmigrantes que reclaman sus derechos.
De hecho, recientemente se han materializado enfrentamientos en la frontera, donde haitianos residentes en poblado de Anse Au Pitres rodearon el consulado dominicano impidiendo la salida de sus empleados, en respuesta a la detención de varios pescadores haitianos en aguas dominicanas. El incidente degeneró en un enfrentamiento a pedradas y balazos entre haitianos y dominicanos, por lo cual, la seguridad tuvo que ser redoblada con militares del Ministerio de Defensa, para apoyar al Cuerpo Especializado de Seguridad Fronteriza (CESFRONT).
Se han efectuado varios episodios de haitianos quemando la bandera dominicana, entre ellos, frente al consulado Dominicano en Puerto príncipe, y en el mismo suelo en suelo nacional, como ocurriera en El Seíbo y Bonao; donde incluso han izado en su lugar la bandera haitiana.
Tales hechos han alimentado en los residentes el temor de una “poblada” o matanza de dominicanos, como ha sucedido en la historia, ya que como se dice: “este tipo de violencia es un rasgo cultural de la sociedad haitiana y forma parte de sus raíces históricas”.
Seamos claros. La condición de extrema pobreza en Haití no va a desaparecer. Sus recursos naturales pronto se van a agotar. Y esto tendrá seguro consecuencias sociales.
El citado abogado Dr. Taveras ha dicho:
“¿Qué pasaría si Haití cayera en una guerra civil dada una situación de hambruna?;
¿Qué frontera podrá detener la avalancha de los instintos de conservación?;
¿Cuál sería la posición de una comunidad internacional huidiza e impasible?
Las respuestas históricas las encontramos en África, que ha sido escenario de desplazamientos de pueblos, linchamientos horrorosos, actos de barbarie y de depredación inenarrables en luchas tribales que han sacrificado poblaciones enteras ante la indiferencia irresponsable de la comunidad internacional.
Hablar en términos tan gráficos, en un contexto de tanta inconciencia como el nuestro, sería pecar de tremendismo xenofóbico. Lo cierto es que no sabemos a qué temerle más, si a la posibilidad de tan espeluznantes eventos, o al nivel de ignorancia del pueblo dominicano sobre el tema haitiano. ”
Temor del gobierno de Martelly.
Haití no quiere el regreso de miles de ilegales que regresan a su país. El presidente Martelly, usando astucia política, trató de ocultar el malestar que genera el hambre y las miserias y empujan la salida de sus ciudadanos, alegó en su discurso en la última Cumbre del Caricom, para ganar apoyo, que la llegada de haitianos, “puede poner en peligro la paz y la seguridad regional”.
Pero no es así. El problema está en su casa, no fuera. Lo que Martelly teme es a un hervidero popular en las calles por los males que carga su pueblo ante la crisis económica y la inestabilidad política de Haití. Ante eso, buscan una excusa, un culpable y una salida.
Cuidado con los solidarios y los pacificadores.
Haití es una carga pesada para la comunidad internacional. Es un estado fallido cuya problemática va más allá de su pacificación y estabilización política. Padece de una crisis prácticamente insoluble, aun a largo plazo, y las ayudas no trascienden más de lo que imponen las políticas y los protocolos de cooperación internacional. Encarar el peso de un Estado colapsado y asumir la reconstrucción de una nación desde sus bases, no es ni de cerca viable.
Haití ha sido abandonado a su suerte. No hay realmente un plan internacional que involucre activa y sostenidamente la voluntad de las principales naciones del hemisferio. Según las declaraciones publicas del propio presidente Martelli, Haití se ha convertido en un país que ni siquiera puede albergar a sus propios ciudadanos.
Conscientes del drama actual y del caos venidero, un grupo de países poderosos ha elaborado una simple estrategia: “Haití debe fusionarse a la Republica Dominicana”.
Declaraciones que han irritado al pueblo dominicano.
La clara intención de las fuerzas extranjeras está dirigidas a que detengamos cualquier intento de deportación, a que eliminemos la frontera y al final, que unifiquemos la Isla. Con esto, están creando las condiciones para evitar un éxodo masivo de haitianos hacia sus propias fronteras.
Para enturbiar más las aguas, cada día oímos en la prensa internacional una serie de acusaciones tratándonos de xenófobos, racistas e insensibles, por negarnos a acceder a tales planes. La misma campaña ha impactado ambos lados de la isla, que comienzan a enfrentarse violentamente.
Algunos grupos han advertido que estas denuncias no son más que “un plan para precipitarnos a una guerra con Haití, utilizando los elementos extremistas de ambos lados de la isla y así justificar intervención extranjera”. La intervención militar extranjera tendría como objetivo la unificación forzada de ambos estados, argumentando que en la isla “no existe un estado de derechos”.
Conclusión.
Para bien o para mal, el destino de la Republica Dominicana está atado por la geografía al destino de nuestro estado vecino, y debemos, desde ahora, estar advertidos y prepararnos para lo peor.
El deterioro de las condiciones de vida en ese país pronto devendrá en una explosión social catastrófica. Viendo este escenario, las interrogantes animan estas reflexiones.
¿Estará la República Dominicana preparada para una contingencia como esa?
Esta es nuestra opinión ¿Cual es la suya?
Fuente: (Dominican Journal).