Por Adalberto Dominguez
Aunque la muerte sorprende en el momento inesperado a todos los seres humanos –e incluso a los animales irracionales- no deja de conmovernos y preocuparnos el fallecimiento de 40 comunicadores durante el año 2016 en la República Dominicana, la mayor cantidad oucrrida durante un año que hasta ahora registra la historia en el país.
El Comité Ejecutivo del Colegio Dominicano de Periodistas (CDP) presidido por Olivo De León, y de cuyo Tribunal Disciplinario soy miembro con asiento en Nueva York, dio a conocer la cifra sobre los fallecidos en Santo Domingo durante el año que recien finalizó y son ellos: Silvio Herasme Peña, Elsa Expósito, Ramón Antonio Cordero Regalado (Momón), José Cáceres, Frank Peña Tapia, Evelin Germán, Victoriano Féliz, Felipe (Lipe) Collado, Arístides Reyes y Manuel María Pouerie Cordero.
También los fotorreporteros: Carmen Suárez y Juan Pérez Terrero. Locutores vinculados con el periodismo: Américo Martínez, José Antonio Núñez Fernández, Félix Nova, Mundito Espinal y Martha Sánchez.
En Santiago los finados son: Apolinar Medina Díaz (El Nítido), Mikcley Rodríguez (El Americano), Fausto Torres, Santo Marcelino Paulino y Eusebio López Alvarez, mientras que en San Cristóbal falleció Domingo Taveras. En Villa Altagracia: Marino Arias Betancourt. En San Francisco de Macorís: Luis Báez del Rosario, Miguel Castillo y Adolfo Tavárez Castro. En La Vega: Dionicio Alberto, Nelson Holguín, Isidro César Paulino y Andrés Reyes. En San Pedro de Macorís: Edward Leger, José de la Cruz (Josesón) y Eduardo Vásquez. En Barahona: Luis López Méndez y Geuris Joel Guzmán Alcántara. En Esperanza: Víctor Rivas. En Montecristi: Félix González. En Moca: Dulce Jiménez. En Miami (Estados Unidos): Manuel Arturo López.
Asimismo, más de 150 periodistas murieron durante los últimos 25 años a conseucuencia de tres patologías esenciales: cáncer, diabetes y cardíaca. Por muerte natural fallecieron: Rafael Herrera, Germán Emilio Ornes, Mario Alvarez Dugan (Cuchito), Radhamés Gómez Pepín, Francisco Comarazamy, Teudy Sánchez, los hermanos Eurípides, Emilio y Silvio Herasme Peña, Salvador Pittaluga Nivar, Ramón Alberto Ferreras, Freddy Gatton Arce, José Labourt, Aleyda Fernández, Miguel Angel Velázquez Mainardi, los profesores Rodolfo Coiscou Weber y Carlos Curiel, mientras accidentado murió Pascual Peña, en Santiago, y de Nueva York, Carlos Luciano, Reginaldo Atanay e Inocencio Trejo, entre otros.
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Sobrevivientes de los comunicadores fenecidos son hijos menores de edad, a quienes deben asistir el Colegio Dominicano de Periodistas y el Instituto de Provisión y Protección del Periodista (IPPP), presidido por Mercedes Castillo Sandoval.
El ejercicio del periodismo en la República Dominicana, como en la mayoría de los países de América Latina y el Caribe, tiene sus riesgos en perjuicio de la salud por el estrés, las emociones, pasiones y viscisitudes que tiene que experimentar el periodista al recopilar los elementos que tipifican la información o la noticia.
Al menos, las persecuciones, vejaciones, atropellos, arrestos y asesinatos que frecuentemente ocurrían con la aviesa intencion de silenciar u ocultar la verdad durante la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo (1930 – 1961) y los 22 años de gobiernos del doctor Joaquín Balaguer (1966 – 1978 y 1986 – 1996) son cosas del pasado porque los profesionales de la comunicación han logrado un mayor respeto en la sociedad y de parte de las autoridades mediante legislaciones que han sido implementadas, además de que el Gobierno Dominicano ofrece las garantías necesarias para el libre ejercicio de la profesión y a la libertad de expresión y difusión del pensamiento.
Desde Nueva York quiero expresar mi más profundo sentimiento de solidaridad con los familiares de los 40 comunicadores que pasaron a la eternidad durante el año 2016 en distintas ciudades de la República Dominicana y exhortar a quienes laboran en medios de comunicación a consultar frecuentemente con sus médicos para prevenir cualquier enfermedad como cáncer, accidente cerebro vascular o infarto de miocardio, entre otras, que pueda marchitarle la vida. QDP +