El portavoz presidencial Sean Spicer reconoció que el presidente sabía de la falla de su asesor de seguridad nacional en informar al resto del equipo. La Casa Blanca está dejando solo a Flynn y se enfoca en la “traición a la confianza”, aunque pueda haber violado una muy específica ley federal.
La historia sobre qué se sabía y cómo se manejó dentro de la Casa Blanca los contactos del ex asesor de seguridad nacional Michael Flynn ha cambiado sustancialmente en menos de 24 horas, desde que el exgeneral presidentó su renuncia.
Este martes, la presidencia reconoció que Donald Trump sabía que Flynn no había dicho toda la verdad sobre la naturaleza de la conversación que tuvo en diciembre con el embajador ruso.
“Hemos estado revisando y evaluando este tema del general Flynn diariamente por unas semanas, tratando de aclarar la verdad”, dijo el portavoz Sean Spicer durante la rueda de prensa de este martes desde la residencia presidencial en Washington.
Además, Spicer reveló que Trump le pidió a Flynn la renuncia, cuando la noche dle lunes se había dado a entender desde el gobierno que Flynn renunció por decisión propia.
En una estrategia que busca moderar los daños de la primera crisis interna del gobierno de Trump, la Casa Blanca minimiza el impacto legal de la coversación con el embajador ruso, en la que Flynn le hizo promesas sobre posibles cambios en la política de sanciones una vez que asumiera el poder la nueva Casa Blanca, algo penado por una vieja ley de 1799.
“Esto no es un asunto legal sino un asunto de confianza”, dijo Spicer, asegurando que el presidente sintió que su confianza en el asesor se había “erosionado”.
“Llegamos a una decisión no basada en una cuestión legal, sino basada en una cuestión de confianza, el nivel de confianza entre el presidente y el general Flynn se había erosionado hasta el punto en el que sentía que tenía que hacer un cambio “, dijo Spicer en su declaración de apertura a los reporteros.
Spicer afirmó que hubo “una serie de instancias cuestionables” en la conducta de Flynn que llevó a la pérdida de confianza del mandatario en su principal asesor de seguridad nacional, aunque no indicó cuáles serían esas instancias.
Filtraciones dañinas
La situación de Flynn se hizo crecientemente insostenible desde que la semana pasada The Washington Post y The New York Times informaran que los servicios de inteligencia habían descubierto en diciembre que Flynn pidió al embajador ruso Sergei Kislyak tener calma ante las sanciones que estaba por imponer Barack Obama porque Trump las podría revisar al llegar a la Casa Blanca.
Este lunes The Washington Post informó que el Departamento de Justicia avisó al nuevo gobierno el pasado mes que Flynn no dijo la verdad sobre las comunicaciones que mantuvo con el embajador ruso en Estados Unidos y advirtió que Flynn podría ser chantajeado por Moscú.
La información de los medios contribuyó a la rápida erosión de la posición del asesor, quien perdió la confianza del presidente, como quedó claro en el silencio con el que inicialmente se recibió la información (el mismo Trump no comentó nada cuando le preguntaron al final de la juramentación de su nuevo secretario del Tesoro, Steve Mnuchin, la noche del lunes)
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La mañana del martes, Trump mismo pareció minimizar el impacto de la renuncia de un asesor tan importante a solo tres semanas de empezado el gobierno y puso énfasis en las filtraciones que permitieron que la prensa informara del tema.
“La verdadera historia aquí es ¿por qué hay tantas filtraciones ilegales saliendo de Washington?¿Pasarán estas filtraciones cuando tenga que lidiar con Corea del Norte, etc?, escribió en su cuenta personal de Twiter.
¿Qué sabía Trump?
Cuando se le preguntó a Spicer si el presidente Trump le había pedido a Flynn que planteara al embajador ruso el tema de las sanciones impuestas por Barack Obama, el portavoz fue enfático al decir que “absolutamente no. No, no, no”.
Pero el punto de qué sabía el presidente (y cuándo supo lo que supo) puede ser crucial en el desarrollo de la crisis porque podría implicar que Trump trató de proteger a su asesor aun a sabiendas de que había escatimado información al vicepresidente Pnece y de que estaba en un potencial violación de la ley.
Pese a la estrategia de la casa Blanca de distanciarse de Flynn, el caso puede complicarse si el Congreso acepta los llamados de varios parlamentarios (tanto republicanos como demócratas) que piden abrir una investigación sobre el asesor y sus vínculos con Rusia.
“Creo que el Congreso necesita estar informado de lo que en realidad el general Flynn dijo al embajador ruso sobre el levantamiento de sanciones”, dijo el senador republicano Lindsey Graham en entrevista con CNN.
“Y yo quiero saber: ¿hizo esto el general Flynn por sí mismo o fue enviado por alguien para que lo hiciera?, dijo Graham.
Los demócratas han prometido que no dejarán pasar la coyuntura, en la que ven una oportunidad única para debilitar al naciente gobierno republicano.
“Seamos claros ahora mismo hay más preguntas que respuestas en las relaciones entre el presdente Trump y Rusia”, afirmó a reporteros en el Capitolio el senador demócrata Chris Murphy.
Promesas indebidas
Quienes han leído las transcripciones de las conversaciones grabadas por los servicios de inteligencia aseguran que la promesa básica que hizo Flynn a Kislyak es que con Trump la animosidad mostrada por Obama cambiaría, una declaración considerada “altamente inapropiada”.
