Parece mucho más tiempo, pero tan solo hace un mes que Donald Trump asumió la presidencia de EEUU. Lo resumió perfectamente el jueves el comediante Jimmy Fallon en su parodia de la primera rueda de prensa del presidente: “He hecho que cuatro semanas se sientan como cuatro años”.
Aunque todo nuevo gobierno padece un natural proceso inicial de aprendizaje por ensayo y error, los primeros 30 días de Trump en la Casa Blanca han sido el arranque más tumultuoso de cualquier administración del último medio siglo.
En un mes el país ha visto una seguidilla de “primeras veces”: desde la intervención del vicepresidente en el Senado para salvar la nominación de un miembro del gabinete, pasando por el despido de una fiscal general y el bloqueo en tribunales de una orden ejecutiva con la que Trump buscaba demostrar su compromiso en la lucha antiterrorista.
El gobierno republicano partió sin el tradicional beneficio de la luna de miel con la ciudadanía y con los medios de comunicación. De hecho, la primera rueda de prensa del presidente en la Casa Blanca el 16 de febrero dejó claro que seguirá siendo el líder pugnaz que mostró ser durante la campaña electoral y que no hay otro Trump diferente al Trump candidato.
Cuestión de tamaño
Todo empezó al día siguiente de la juramentación con el debate sobre el tamaño de la multitud que asistió a la toma de posesión en la explanada en Washington DC, que la nueva Casa Blanca quería que fuera “la mayor de la historia, y punto”, como dijo un airado Sean Spicer al responder a los desmentidos que originó el día de su estreno como portavoz presidencial.
Gobernar por decreto
A partir de allí, todo ha ido a peor con un ritmo vertiginoso que tiene a los medios incapaces de procesar todo lo que se dice desde el gobierno. Con 23 acciones ejecutivas, el presidente continúa con un estilo de gobernar por decreto que los republicanos criticaron mucho al presidente Barack Obama.
Muro con México
Entre esas órdenes ejecutivas está la que reactiva la construcción de un muro en la frontera con México, la más sonora promesa de campaña del magnate, para la cual se vale de una ley de 2006. Sigue sin estar claro quién y cómo se pagará la construcción, que puede costar unos 25,000 millones de dólares, pero la Casa Blanca está contenta (y muchos de los seguidores del Trump) porque cree que están cumpliendo.
Veto musulmán
Otro decreto polémico fue la que buscaba limitar temporalmente la inmigración desde siete países de mayoría musulmana para reducir el riesgo de acciones terroristas dentro de EEUU. Su aplicación inmediata generó caos en aeropuertos (en buena medida por las protestas) y temor entre comunidades inmigrantes. Pero a instancias del estado de Washington un tribunal suspendió sus efectos hasta que sea revisado el caso, una decisión que mantuvo por unanimidad la Corte de Apelaciones del 9no Circuito.
Despido de una fiscal
El “veto musulmán” también creó una crisis dentro del ejecutivo, con agencias que no habrían sido informadas de la orden (como el Departamento de Seguridad Nacional) y con el despido de la fiscal general interina, Sally Yates, luego de que esta instruyera a sus subalternos no defender la medida presidencial en las cortes. La primera vez desde tiempos de Nixon y Watergate que un presidente se deshace de su secretaria de Justicia
Choque de poderes
Aunque las diferencias entre el Ejecutivo y otros poderes son cosa común, en este caso fue la primera vez que un presidente puso en duda públicamente la legitimidad de un “así llamado juez” de una corte federal. El presidente ha seguido cuestionando las decisiones que mantienen bloqueada la orden y asegurado que si llegara a haber un atentado sería culpa de los magistrados.
Algunos han comparado la salida de Trump con la crítica que hizo Barack Obama durante el discurso del estado de la unión en 2010 cuando acusó a la Corte Suprema de Justicia de abrir las puertas a dineros corporativos para influir en las elecciones con la decisión conocida como Citizen United.
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Flynn a la sombra de Rusia
Como nunca antes desde los tiempos más álgidos de la Guerra Fría con la Unión Soviética, Moscú estuvo tan metido en el debate político estadounidense, al punto que forzó la renuncia del flamante asesor de seguridad nacional Michael Flynn a menos de un mes de haber asumido el cargo, todo un record. Mientras tanto, el gobierno sigue sin tomar en serio las denuncias sobre la injerencia rusa en las elecciones o sobre los contactos entre funcionarios de Vladimir Putin y gente de la campaña republicana, pese a que hay una investigación del FBI en marcha y que el Congreso está dispuesto a analizar el tema.
Filtraciones
La suerte de Flynn la determinó la publicación de filtraciones sobre la naturaleza “indebida” de contactos del exgeneral con el embajador ruso en los que habló sobre la política de sanciones del saliente gobierno de Obama sugiriendo que habría cambios con la nueva Casa Blanca. Lo que es una conducta calificada como crimen por una ley de 1799, para Trump no fue “nada malo”, aunque la razón oficial del despido de Flynn es haber perdido la confianza del presidente.
El hecho es que la Casa Blanca ve impotente cómo las filtraciones dejan en manos de la prensa una escena caótica del arranque del gobierno, con incomunicación, ineficiencias y pulsos de poder. Nada nuevo, en realidad, pero algo que lógicamente molesta mucho al mandatario, quien ha prometido detener esas filtraciones.
Polémicos nominados
El presidente Trump se queja de que su gabinete ha sido el que más tiempo ha tardado en conformarse por culpa del bloqueo del Senado, aunque no es cierto. Si lo es en cambio que varios de sus nominados son personas cuya vida profesional parece haber ido en contra de las agencias para las que han sido postulados. Rick Perry quería eliminar el Departamento de Energía; Tom Price es uno de los enemigos del sistema de salud conocido como Obamacare; Scott Pruitt ha desafiado en cortes las regulaciones de la Agencia de Protección del Ambiente, y Betsy DeVos es criticada por un trabajo que debilita la educación pública.
Vicepresidente al rescate
Precisamente para desbloquear la nominación de DeVos en el Senado que se produjo cuando dos republicanas rechazaron darle el visto bueno, el vicepresidente Mike Pence tuvo que emitir su voto como presidente de la cámara alta. La primera vez que el número dos del ejecutivo ejerce esa potestad en el caso de un nominado al gabinete.
Nominado a la corte
Con la postulación del juez Neil Gorsuch para ocupar el noveno escaño vacante en la Corte Suprema de Justicia desde la muerte de Antonin Scalia, Trump fue el primer presidente en nominar a un magistrado en sus primeros días en el poder. Eso le permitirá a los republicanos mantener el ligero desbalance hacia la derecha que ha tenido la corte en la última década.
Los negocios de la Casa Blanca
El presidente no ha ayudado a disipar las dudas sobre la distancia que pondrá entre la Oficina Oval y sus negocios familiares. Un tuit criticando a la cadena de tiendas Nordstron por haber dejado de vender los productos de su hija Ivanka Trump sonó a muchos indebido e irresponsable. El presidente también ha recurrido a Twitter para ventilar diferencias con empresas contratistas del gobierno o aquellas que tienen planes de producir en el exterior, generando en algunos casos bajas temporales en su valor de mercado.
Publicidad gratuita desde la Casa Blanca
En medio del problema de negocios de Ivank Trump y Nordstrom, la principal asesora del presidente, Kellyanne Conway, se permitió hacer una promoción publicitaria durante una entrevista al asegurar que “Es un línea de ropa maravillosa. Yo tengo algunas prendas. Le voy a dar publicidad gratuita. Salgan y compren”, dijo Conway en entrevista con el canal Fox News.
“Hechos alternativos”
Conway acuñó la frase “hechos alternativos” para explicar la obsesión del portavoz Sean Spicer (y por extensión, del presidente) en insistir con la demostrada falsedad de que fue la mayor asistencia a una juramentación presidencial, aunque luego lo cambiaron a “mayor audiencia”. La asesora explicó que Spicer no mentía sino que mostraba “hechos alternativos”, un polémico concepto que permite que todo sea verdad, hasta aquello que no lo es.
El presidente vio sus versiones inexactas de las cosas desafiadas durante la rueda de prensa del 16 de febrero, cuando tras repetir que había tenido al mayor victoria en el Colegio Electoral desde Ronald Reagan, un reportero le preguntó cómo aspiraba que el pueblo estadounidense le creyera si repetía ese tipo de falsedades. “Son los datos que me han dado”, se excusó, aunque en realidad es una afirmación que repite desde que ganó la presidencia por lo que ha tenido tiempo de verificar si los números que le dan sus asesores son reales.