Por Johny Sanchez
Editor Económico TD
Tenemos un sistema educativo en R.D. que genera insatisfacción en la sociedad en general y en los docentes, por los malos salarios, y en las familias, por la calidad de la enseñanza, en particular.
Un sistema que, según PISA, o Programa of International Student Assessment la Dominican Republic entre 72 países evaluados en ciencia, lectura and matemáticas nos ponen muy abajo desde
el 2015 y en el 2016, peor. Eso da pena con un 4% anual solo para construir escuelas y la calidad, muy pobre.
No subimos nada, con elevadas tasas de repitencia escolar y deserción, así como también un alto nivel de burocracia aportada por el Estado y el sindicalismo, actores que poco se
preocupan por mejorar la calidad y solo abordan el tema de los salarios una vez al año. Ver link www.oecd.org/pisa/pisa-2015-results-in-focus.pdf
Sin embargo, estamos a tiempo de revertir la situación. Hay casos de éxito que demuestran que hay alternativas al sistema actual. En varios países, como Suecia, Singapur, Corea del Sur
y en algunos estados de Estados Unidos, que ya aplican el sistema voucher. Los resultados son fantásticos: los tres primeros están en los puestos más altos del ranking de las pruebas PISA.
En el sistema tradicional, como el que tiene R.D., el gobierno les envía recursos a las escuelas, subsidiando a la oferta. Les asigna un presupuesto para cubrir los gastos del personal y mantenimiento.
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Las escuelas cobrarían una cuota que se abonaría con un cheque entregado por el gobierno. Ese cheque es un documento que solo sirve para pagar dicha cuota, no puede intercambiarse por dinero para comprar ningún otro bien. Cabe añadir, que las escuelas que se anoten para participar de este sistema no podrían cobrar cuota adicional por sobre el voucher.
Este sistema termina con un proceso de degradación de las instituciones subsidiadas que se vuelven dependientes del gobierno y pierden toda voluntad de iniciativa propia.
Las escuelas pueden seguir siendo públicas, sin fines de lucro o pueden ser compradas o instaladas por empresas privadas que busquen obtener una ganancia de ellas. Además, vuelve a las instituciones administradoras de sus ingresos. Con lo cual, son ellas, ya sea a través de juntas de maestros o de un directorio, las que deciden si incorporan o despiden personal, como distribuir los ingresos y cuánto destinaran a sueldos, a mejorar infraestructura, etc.
Este sistema tiene varios ítem que son revolucionarios. En primer lugar, se da autonomía a los colegios para que determinen sus planes de estudio y los modifiquen sin pedir autorización a ningún organismo del Gobierno.
Con lo cual, habrá escuelas que se especialicen en Artes, otras en Ciencias y otras que serán completamente bilingües. En segundo lugar, incorpora la lógica del mercado en el ámbito de la educación. Este punto no es menor, ya que entra en escena la competencia y esta, a su vez, trae aparejadas mejoras en el servicio brindado, como en cualquier área de la economía. Mientras mejor educación brinde una institución, mejores profesores contrate y mejor rendimiento tengan sus alumnos; más familias la elegirán colocar a sus hijos, y a su dinero, en dicha escuela. Con un agregado: siguiendo este lineamiento las escuelas serían las primeras interesadas en terminar con la deserción escolar, algo que no es nada despreciable en un país donde en el año 2010, por ejemplo, el organismo oficial informó que han desertado 4.111 adolescentes. Son los Ni-ni, ahora en pandillas y fumando.
El sistema voucher crearía un masivo sistema educativo de mercado que produciría mejores beneficios. Asimismo, incrementaría la diversidad en las escuelas e igualaría oportunidades. Las familias de clase media y alta ya pueden elegir a qué escuelas van sus hijos. Este sistema asegura que las familias de bajos recursos también puedan hacerlo sin tener que conformarse con las escuelas públicas que haya disponibles en su barrio o las que el gobierno se digne a asignarles. Probablemente no sea un sistema libre de falencias, o cosas por apuntalar, pero es una manera innovadora de encarar el problema de la educación pública en RD, de la administración del 4% PIB del presupuesto y más de 1 millón de alumnos.
Es vital cambiar el rumbo de las políticas públicas en materia de educación para estar preparados para los desafíos del futuro y poder finalmente embarcarnos en el sendero del crecimiento.
Los educadores en Miami, vemos con pena como ha denigrado la educación de nuestros hijos en RD, por eso todos quieren salir de la isla.