Por Raúl Mejía Santos
Danilo Medina cree que nos comemos el cuento. No somos ingenuos a la realidad de que Odebrecht lo apadrinó y le compró la reelección. El discípulo del profesor, que juró nunca aprovecharse de su función pública, participó en el esquema de corrupción internacional más grande en la historia de América Latina.
El escándalo no tiene precedente. A raíz de la investigación encabezada por el Departamento de Justicia norteamericano se comprobó el papel protagónico de la constructora brasilera en el esquema delictivo.
Con operaciones en diversos países del hemisferio y África, directivos de la multinacional admitieron su culpabilidad en declaraciones y deposiciones judiciales, debidamente juramentadas por fiscales federales a cargo de la pesquisa.
El entramado de chantaje y sobornos con fondos públicos quedó expuesto. A Odebrecht se le radicaron cargos que le imputaron conspirar en violación a las provisiones anti-sobornos de la Ley de Prácticas Corruptas Foráneas de 1977, contenidas en el Titulo 18, Código Penal de Estados Unidos, sección 371.
El acuerdo transaccional entre Odebrecht y las autoridades, con epígrafe titulado “UNITED STATES DISTRIC COURT OF NEW YORK –against—ODEBRECHT S.A.”, relata en su segundo apéndice la relación de hechos delictivos orquestados y su alcance. El mismo fue suscrito por las partes para transigir las violaciones regulatorias cometidas por la multinacional brasilera.
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La página B-15 del apéndice resulta interesante. Su traducción al español nos revela la cuantía de los pagos ilegales, ascendentes a unos $439 millones de dólares en sobornos a partidos políticos, funcionarios públicos y sus representantes en los siguientes países: Angola, Argentina, Colombia, Guatemala, Panamá, Perú, Mozambique, Ecuador y la República Dominicana. Ha quedado meridianamente comprobado, aunque el gobierno de Danilo Medina lo proteja, que Ángel Roldón fue el representante que alude el pliego transaccional del Departamento de Justicia de Estados Unidos.
El susodicho era quien “repartía el bacalao”, millones en sobornos que fueron a parar a los bolsillos de los jerarcas del Partido de la Liberación Dominicana. Precisan que las malsanas maniobras, con la complicidad de lacayos, le generaron a Odebrecht un monto de mil, cuatrocientos millones de dólares en una década y añade que los sobornos iban a parar a las arcas de los funcionarios corrompidos y sus partidos políticos, para financiar acciones proselitistas en los respectivos países señalados (Pág. B-15, Apéndice B, supra). La página B-18 se pone más interesante todavía.
Hace alusión a los agentes corporativos a cargo de emitir los pagos ilícitos en República Dominicana, agregando que “lograron influir el proceso presupuestario del gobierno dominicano”. Hasta ese punto llegó el poder de Odebrecht, según la fiscalía federal del distrito de Nueva York.
Las bravuconadas de Danilo Medina, el pasado mes de octubre, a preguntas incisivas de un periodista sobre el comentario del exembajador norteamericano James Brewster y los señalamientos de corrupción en República Dominicana, fue un papel bien montado. 2 Los servicios diplomáticos no se equivocan y los comentarios del entonces jefe de la embajada norteamericana evidenciaban conocimiento de hechos confesos, bajo juramento, implicando al gobierno dominicano y su mandatario.
Funcionarios del más alto nivel de los países citados respondían directamente a los ejecutivos de la multinacional, quienes realizaban desembolsos periódicamente a cuentas bancarias destinadas a estos propósitos (Pág. B-16, Apéndice B, supra).
A Danilo nadie le cree, ha perdido la poca credibilidad que tenía. Odebrecht comprueba que miente y oculta sus mañas tramposas sin vergüenza alguna. El excelentísimo señor Presidente apadrina la corrupción internacional que lo afianzó en el poder a expensas de la verdad, la razón y la moral.