En su más reciente escrito, la vicepresidenta de la República Dominicana, Margarita Cedeño de Fernández, aborda el tema de la ética en las redes sociales, pidiendo examinar su uso inadecuado en el Producto Interno Bruto del país.
El avance de la tecnología y del conocimiento siempre lleva a la humanidad a enfrentarse a dilemas éticos, ante el advenimiento de nuevos métodos de trabajo o herramientas que incidan en la interacción entre los seres humanos.
Si bien es cierto que la ética permea toda la actividad humana, hay dos profesiones fundamentales donde la ética es esencial, por afectar directa y definitivamente la vida del ser humano: la medicina y el periodismo.
El Médico es responsable de nuestra salud física; y el periodista de nuestra salud moral.
En el caso de los médicos, existe el juramento hipocrático, como orientación ética para la práctica de la medicina. Mientras que para los periodistas está el código de ética que se remonta a la declaración de principios de Benjamin Harris y al trabajo que realizó Joseph Pulitzer para elevar la calidad periodística.
No podemos dejar de destacar el que al noble propósito de una prensa libre, objetiva y veraz, en la República Dominicana, han aportado grandes hombres de la talla de Rafael Herrera, Mario Álvarez Dugan, Rafael Molina Morillo, Adriano Miguel Tejada, Miguel Franjul y Radhamés Gómez Pepín, entre otros.
Ahora bien, en un mundo conectado a las redes sociales, donde el celular es, a la vez, un medio de informarse, pero también un medio para informar, se hace necesario replantear cómo la ética permea las redes sociales y su impacto en la salud pública, tanto física, como emocional y espiritual.
Esto así, porque la capacidad que tenemos los seres humanos de influir en todos los colectivos sociales desde el entorno digital, es más amplia y profunda que la que nunca hemos tenido. Al mismo tiempo somos creadores, productores y consumidores de la información.
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Esta realidad coloca en primer plano el debate sobre la ética en los medios digitales, especialmente en las redes sociales. Para asegurar que las mismas sigan siendo un medio de construcción de la democracia, de formación de clase pensante e información veraz y oportuna, la promoción de un código de conducta y pautas éticas se hace imprescindible.
Lamentablemente, las redes sociales dan “al anónimo popularidad, al discriminado integración, al diferente igualdad, al malhumorado educación y, así, muchas cosas más”. ¿Cómo entonces podemos construir un espacio idóneo para todos?
En primer lugar, es necesario fortalecer la seguridad de la información y el manejo ético de la misma en el entorno digital, porque los principales riesgos y vulnerabilidades están ligados al uso que dan los usuarios a la información de los demás, sea verdadera o falsa.
En segundo lugar, está el gran reto del comportamiento ético en el entorno digital. El problema no está en el instrumento, porque no son las redes las que representan una amenaza para la intimidad, la seguridad y la confidencialidad de las personas y sus datos. Más bien son los usuarios los que pueden o no utilizar el instrumento para afectar intereses públicos y privados.
Existe mucho escepticismo al hablar de ética y redes sociales, puesto que “la simple idea de que las redes sirven más a aquello que no sea ético, es absurdo”, sin embargo, no se puede negar que la comunicación desdibuja sus límites en un medio donde los filtros no son la regla.
Un ejemplo de ello es lo sucedido con las noticias falsas en Facebook, que han llevado al gigante de las redes sociales a establecer métodos de verificación, ante el manejo “poco profesional” que algunos otorgan al medio.
Como en todos los aspectos de la vida, la promoción de los valores es esencial, por lo que se hace estrictamente necesario un mayor enfoque de la ética en la promoción del uso de las redes sociales, a la vez que se aborda el gran reto de la ética con responsabilidad y el compromiso de la sociedad.
Al paso que vamos, el impacto negativo que está generando el uso irresponsable e inmoral de las redes tendrá que ser medido en nuestro producto interno bruto. Asegurar el uso sano del internet, es una tarea que nos involucra a todos.