Los lazos con el presente y el pasado, y los escándalos. Esos serán los dos pilares de la estrategia del Partido Republicano contra Hillary Clinton si se juzgan las reacciones iniciales al anuncio de que se presentará a las elecciones presidenciales de 2016. Todos saben que la demócrata Clinton es la favorita y no hay tiempo que perder. La campaña de ataques, que se presume feroz, empezó casi a la vez que se difundía el domingo en Internet el vídeo en que la ex primera dama confirmaba su aventura electoral, tras meses de interminables rumores.
Los senadores republicanos Rand Paul y Ted Cruz —que han anunciado oficialmente su precandidatura electoral— y el exgobernador de Florida Jeb Bush —que se espera que presente la suya— trataron de responder con las mismas armas que Clinton. En las redes sociales, colgaron vídeos y publicaron mensajes sobre sus posiciones políticas y con reproches a la que fue secretaria de Estado en el primer mandato del demócrata Barack Obama.
Al anunciar este lunes su candidatura electoral, el senador Marco Rubio también disparó contra Hillary Clinton, que el martes participa en Iowa en su primer acto público desde que reveló su candidatura.
La tesis en común es que la exsenadora representa el pasado y todos los males presentes del Gobierno Obama, y no es de fiar por las polémicas que la rodean: las más recientes, el hecho de que solo usara un correo electrónico privado en el Departamento de Estado, y su gestión del ataque en 2012 al consulado estadounidense en Bengasi (Libia), en que murieron el embajador y tres diplomáticos. Como contrapunto, los republicanos tratan de posicionarse con un discurso de renovación, mientras enfatizan la importancia de “frenar” a Clinton.
Bush —el mejor posicionado de los republicanos en las encuestas— criticó la política exterior y económica de “Obama y Clinton”, y prometió que las “ideas conservadoras renovarán América”. La incógnita es hasta qué grado jugará Bush la carta de que Clinton representa el pasado y el establishment, dado que él lo escenifica perfectamente por ser hijo y hermano de expresidentes.
“¿Quiere América un tercer mandato de Obama o estamos listos para un fuerte liderazgo conservador que haga de nuevo grande a América?”, se preguntó Cruz, del ala beligerante del Tea Party, en su alocución. En un tono similar, el Comité Nacional Republicano tildó la candidatura de Clinton, tras su fallido intento en 2008, de “más de lo mismo”.
El libertario Paul consideró que una presidencia de Clinton sería un “desastre” porque los escándalos la “descalifican” para liderar el país. Y criticó la “maquinaria” política que representa, en lo que coincidió con un editorial de este lunes del diario The Wall Street Journal.
La retórica tiene también fines de márketing: en su web, Paul comercializa camisetas, carteles y discos duros —en un guiño al servidor doméstico en que Clinton almacenaba sus correos como jefa de la diplomacia— con el mensaje “Libertad, no Clinton”.
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Más allá de su partidismo, las críticas republicanas evidencian algunos de los desafíos que afrontará Clinton —que se espera que consiga sin dificultades la nominación demócrata— en los largos 19 meses de campaña hasta los comicios. Principalmente, cómo abordará sus lazos con el Gobierno Obama (si lo apoyará sin reservas o marcará perfil propio), la sensación de opacidad que rodea algunas de sus polémicas y en qué grado destacará su contribución al frente del Departamento de Estado ahora que algunas de sus estrategias (la campaña militar contra el régimen libio o el acercamiento a Rusia) han fracasado.
En el vídeo de su anuncio, Clinton loa las políticas económicas del presidente y abraza sus quejas —y las del sector izquierdista del partido— por el auge de la desigualdad de ingresos. Un postulado que reiteró este lunes en un correo electrónico a simpatizantes en que lamentaba las dificultades de algunas familias en un momento en que “el consejero delegado promedio gana alrededor de 300 veces más que el trabajador promedio”.
En el vídeo, Clinton también trata de apoyarse en el perfil de votantes —con diversidad racial y sexual— que aupó a Obama en las elecciones. Pero no ofrece soluciones concretas y en los últimos meses ha marcado distancias en algunos aspectos de la política exterior del presidente, como la crisis en Siria o las negociaciones nucleares con Irán.
Desde el bando demócrata, todo fueron elogios. Y el por ahora único posible rival de Clinton, el exgobernador de Maryland Martin O’Malley, que medita una candidatura, no valoró el anuncio. El Comité de Campaña Demócrata del Congreso destacó que Clinton aportará “experiencia y energía” a la campaña. Y la organización feminista EMILY’s List subrayó la contribución a favor de los derechos de la mujer de la que sería la primera presidenta de EE UU. También recibió apoyos fuera del aparato político: el mayor sindicato del país elogió el vídeo de anuncio de la candidatura.
Tomado de El pais