Por Juan TH
La marcha verde realizada en Santo Domingo contra la corrupción y la impunidad fue un éxito rotundo. Miles de personas se movilizaron caminando desde la Máximo Gómez con 27 de Febrero hasta el Parque Independencia pasando por el Palacio Nacional.
La firma del libro verde también recibió el respaldo masivo, al igual que la antorcha y las protestas en diferentes municipios y provincias.
La camina de Santiago, la segunda ciudad más importante del país, fue mayor que la de Santo Domingo. ¡Bravo!
El pueblo está despertando, saliendo poco a poco del letargo, de la anomia que le impedir salir a las calles con la conciencia libertaria como bandera y exigir castigo para los corruptos y el fin de la impunidad.
La ciudadanía, principalmente la clase media, se ha empoderado en un movimiento cívico que adquiere cada vez más fuerza y determinación, llenando el vacío que han dejado los partidos políticos, incluso los de izquierda.
Como en otros países, ese movimiento cívico, alternativo, masivo, amenaza la existencia de los partidos que han entrado en crisis, sin credibilidad, desvinculados cada vez más de la lucha social reivindicativa. También los “verdecitos” como irónicamente los califican algunas bocinas, pueden sustituir a los líderes tradicionales si no se renuevan y se colocan a tono con los nuevos tiempos pasando de análogos a digitales.
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El movimiento verde es una realidad que no puede ser ignorado por el gobierno, que intentó desacreditarlo diciendo que estaba financiado por generadores eléctricos y grupos empresariales altamente beneficiados por la corrupción y la impunidad.
Tampoco los partidos, ni por los dirigentes, que se escudan o esconden detrás de los verdes, pueden desconocerlos.
Ahora bien, de momento, ese no es problema de los que protestan contra la corrupción y la impunidad. Deben seguir creciendo, sin discriminación ni censura. La corrupción es un fenómeno que nos afecta a todos. Hablamos de más de cien mil millones de pesos anuales que bien pueden invertirse en obras de bien social.
Aunque apoyo fervientemente las protestas no formo parte de ninguno de los grupos que las organizan. Pienso que deben ser prudentes, porque aún queda mucho por hacer en los barrios, las universidades, las calles, los campos, hasta teñir de verde todo el territorio nacional. El proceso apenas comienza.
Me pregunto, ¿después de la marcha de Santiago, de la Capital, del libro y la antorcha, qué? ¿Qué sigue? ¿Marchas o caminatas en San Francisco de Macorís, La Romana, y El Gran Santo Domingo? ¿Hacía donde dirigirá sus acciones el Movimiento Verde? Alguien propuso rodear durante varios días el edificio que aloja la Suprema Corte de Justicia y la Procuraduría, exigir la renuncian de Jean Alain Rodríguez; otro sugiere ocupar las iglesias católicas y hasta cristianas vestidos de verde; un dirigente de izquierda cree prudente formar campamentos en Punta Catalina pidiendo que se marche Odebrecht del país. Un termocéfalo habla de paros escalonados hasta terminar en una huelga nacional de 24 a 48 horas lo cual le daría un matiz eminentemente político al incipiente movimiento.
¿Qué hacer? Como tituló Lenin un libro que es una escuela política, es lo que deben plantearse los grupos que dirigen el movimiento verde para iniciar otras jornadas de lucha, más profundas y comprometedoras.
Por eso pregunto: Después de la exitosa marcha de Santiago, ¿qué sigue?